En su reflexión del Ángelus de este domingo, el Papa Francisco comenta el pasaje evangélico propuesto por la liturgia en el que Jesús habla, a través de una parábola, de la infinita misericordia de Dios. ¿Nos sentimos perdonados por el Señor y damos testimonio de su amor perdonando a quienes nos han herido? Al perdonar, dice, sembramos a nuestro alrededor esa “nueva vida” que de otro modo sería imposible.

Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano

El perdón recibido de Dios y que a su vez debe ser dado al prójimo, no como una buena acción opcional, sino como una conducta fundamental para llamarnos cristianos. Este fue el núcleo del pensamiento del Papa Francisco en el Ángelus de este domingo.

Hasta setenta veces siete

Es el pasaje del Evangelio de Mateo el que sugiere el tema, describiendo el diálogo entre Pedro y Jesús cuando el discípulo pregunta al Maestro cuántas veces se debe perdonar al hermano, si es que hasta siete. El Papa destaca la generosidad de Pedro, pero la respuesta que recibe va mucho más allá: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”, le dice precisamente Jesús.

Le dice, es decir, que cuando se perdona no se calcula, que es bueno perdonar todo y ¡siempre! Como hace Dios con nosotros, y como está llamado a hacer quien administra el perdón de Dios: perdonar siempre”..

Dios perdona sin medida

Francisco resume la parábola contada por Jesús en la que contrasta la misericordia del rey, a quien un siervo debe devolver una suma enorme, con el comportamiento de ese mismo siervo hacia uno de sus iguales que tiene una pequeña deuda que pagar. El rey perdona esa suma al primer siervo, mientras que al otro lo encarcela. No olvidemos cómo es el camino de Dios”, añade el Papa: “Dios es cercano, compasivo y tierno, ese es el camino de Dios”. Y continúa:

El mensaje de Jesús es claro: Dios perdona incalculablemente, superando toda medida. Él es así, actúa por amor y por gratuidad. No podemos corresponder, pero cuando perdonamos a nuestro hermano o hermana, lo imitamos. Por tanto, perdonar no es una buena acción que se pueda hacer o dejar de hacer: es una condición fundamental para quien es cristiano”.

El perdón, fuente de esperanza y paz.

El Papa explica que el perdón connota cristiano porque cada uno de nosotros “es un hombre o una mujer perdonado. La misericordia de Dios es infinita e inigualable, dice, pero perdonándonos unos a otros podemos dar testimonio de su amor y difundirlo a nuestro alrededor:

“Fuera del perdón, en efecto, no hay esperanza; fuera del perdón no hay paz. El perdón es el oxígeno que purifica el aire contaminado por el odio, es el antídoto que cura los venenos del resentimiento, es el modo de desactivar ira y curar tantas enfermedades del corazón que contaminan a la sociedad”.

Perdonemos a quienes nos han hecho daño, nos hará bien.

La pregunta que cada uno de nosotros debemos plantearnos hoy, concluye Francisco, es si sentimos en nuestro corazón la alegría de ser objeto del perdón de Dios, siempre dispuestos a la misericordia, y luego si podemos perdonar a los demás. Por eso propone un “pequeño ejercicio”:

“Intentemos ahora, cada uno de nosotros, pensar en una persona que nos ha hecho daño, y pidamos al Señor la fuerza para perdonarlo. Y perdonémosle por amor del Señor: nos hará bien, él restaurará la paz en nuestros corazones.”

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