Hidrógeno – La producción de 95 millones de toneladas de hidrógeno ha provocado la emisión de 900 millones de toneladas de CO2.

La industria puede fabricar hidrógeno (H2) utilizando agua como materia prima (H2O a la que “inyectamos” electricidad para separar el O2 del H2) y puede fabricar hidrógeno utilizando un combustible fósil como materia prima y capturando el CO2 que se produce en ese proceso. de fabricación. El primer hidrógeno se denomina comúnmente hidrógeno verde. El segundo se denomina comúnmente hidrógeno de “bajas emisiones”. Ahora mismo la industria no hace ni lo uno ni lo otro, es decir, prácticamente no produce hidrógeno verde y prácticamente no produce hidrógeno “de bajas emisiones”. Porque, según los datos recogidos en su informe de la AIE, más del 99% del hidrógeno que la industria produjo el año pasado es hidrógeno fabricado a partir de combustibles fósiles en procesos sin captura de CO2. ¿Resultado? Los 95 millones de toneladas de hidrógeno producidos el año pasado representaron unas emisiones de 900 millones de toneladas de CO2.
El hidrógeno se produce principalmente en refinerías, que son también sus principales usuarios. Repsol, por ejemplo, es el principal productor y usuario (de H2) en España. Pero hay otros sectores que también utilizan hidrógeno en sus procesos industriales, como el farmacéutico. El hidrógeno es un gas que se utiliza, por ejemplo, en la fabricación de fertilizantes o amoniaco. Hasta aquí, qué es.
Y, a partir de aquí, los proyectos
Según el informe de la AIE, la producción anual de hidrógeno “bajo en emisiones” podría acercarse a los 38 millones de toneladas en 2030 si se llevan a cabo todos los proyectos anunciados (27 millones de toneladas basados en electrólisis y 10 millones de toneladas con captura), lo que supone un crecimiento de casi 50% respecto a las previsiones del informe del año pasado. Sin embargo, sólo el 4% tiene una decisión inversora firme o se encuentra en fase de desarrollo, especialmente en Europa y China, aunque con una tendencia alcista en otras regiones, como Latinoamérica, Australia y Nueva Zelanda o Norteamérica. . Todos estos son datos que ha repasado el analista de tecnología energética de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) José Miguel Bermúdez, durante la presentación ayer en Madrid del informe Global Hydrogen Review 2023.
Según Bermúdez, más de 40 países cuentan con estrategias nacionales sobre el hidrógeno, lo que demuestra la “importante” evolución y los numerosos “proyectos” que se están poniendo en marcha. Sin embargo, el hidrógeno de “bajas emisiones” representa menos del 1% de la producción y el uso total de hidrógeno en el mundo. O lo que es lo mismo: más del 99% del hidrógeno que los sectores farmacéutico, de fabricación de vidrio plano o petrolero utilizan hoy en sus procesos industriales se produce a partir de combustibles fósiles (emisores de CO2 y por tanto no verdes) en procesos en los que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. también producido sin soluciones de captura de CO2 (ergo no ecológico).
Demanda
La demanda es otro de los grandes caballos de batalla del hidrógeno. Muchos expertos ven en ello – mucho proyecto pero para qué – un gran defecto. El experto de la AIE ha reconocido que la creación de demanda va a un ritmo muy inferior al de los objetivos de producción. Los compromisos gubernamentales para la producción de hidrógeno “bajo en emisiones” alcanzan actualmente los 35 millones de toneladas. Sin embargo, la creación de demanda no supera los 14 millones de toneladas. Y las medidas de los distintos gobiernos, la cooperación internacional y la colaboración del sector privado por el lado de la demanda, con pequeños acuerdos de compra no vinculantes, no están siendo suficientes para igualar los objetivos de producción.
De acuerdo a Revisión global del hidrógeno 2023, la demanda actual de hidrógeno en 2022 ha rondado los 95 millones de toneladas, un tres por ciento más que el año anterior. Sólo el 0,6% de ese hidrógeno ha sido de “bajas emisiones”. La producción y uso de esos 95 millones de toneladas (hidrógeno producido a partir de combustibles fósiles) ha generado, según los datos recogidos en este informe de la Agencia Internacional de la Energía, 900 millones de toneladas de CO2. El analista de la AIE ha afirmado que el hidrógeno “bajo en emisiones” es clave en sectores intensivos en energía y más difíciles de descarbonizar (químico, refino, siderurgia, marítimo o aviación), pero ha reconocido que su evolución es lenta, y que para para que alcance su máximo potencial, será necesario mayores avances en tecnología, regulación y mayor demanda.
La mayoría de los proyectos de producción de hidrógeno de bajas emisiones con planes de inversión están relacionados con aplicaciones de hidrógeno existentes. Es decir, de lo que se trataría es descarbonizar (lavar) la actual producción de hidrógeno.
Costos en aumento
A esto se suma ahora una barrera: el difícil contexto económico. Los nuevos proyectos – explicó el analista de la AIE – se enfrentan a costes crecientes (alta inflación, elevados tipos de interés), que se suman a los costes iniciales (la inversión inicial), ya elevados, poniendo en riesgo la rentabilidad a largo plazo. En esta línea, la AIE estima que un aumento del 3% en el coste de capital representa un aumento del 30% en el coste del hidrógeno. Pese a este escenario, en cualquier caso, el desarrollo de los electrolizadores -asegura Bermúdez- comienza a acelerarse. Y, si se llevaran a cabo todos los proyectos anunciados, se alcanzaría un total de 420 GW de electrólisis de aquí a 2030 (un 75% más respecto a las previsiones del mismo informe de 2021).
Informe Revisión global del hidrógeno 2023Agencia Internacional de Energía