Aragón cuenta con pocos altos cargos que hayan tenido la oportunidad de desempeñar o dejar su huella en puestos muy relevantes en prácticamente todos los niveles de la administración española. Fernando Gurrea (Zaragoza, 1961) fue uno de ellos. Este destacado jurista aragonés -que nos dejó este sábado en Zaragoza- pasará a la historia de la Comunidad por haber sido uno de los artífices de la aplicación efectiva del Estado autonómico en Aragón.

Gurrea fue primero un renombrado funcionario de las Cortes de Aragón. Técnico superior de las Cortes desde 1986ayudó al catedrático de Derecho Administrativo y entonces presidente del Parlamento regional, Antonio Embid, a sentar las bases de las normas y prácticas que se respetan hoy en la relación entre el Gobierno regional y las Cortes de Aragón.

Su paso por esa institución, que tuvo una segunda etapa, pareció una preparación para lo que vendría después. Fue secretario general de la Presidencia de Aragón en los primeros periodos de Marcelino Iglesias. A partir de ahí, entre muchas otras tareas, Tuvo que limitar la creación de la legislación que condujo a la creación de las regiones.hasta principios de este siglo un nivel de administración que no existía en Aragón.

Pero él no se detuvo ahí. En 2004 ingresó a la administración general del Estado como Subsecretario de Educación., puesto en el que también tuvo dos etapas. Primero con las ministras María Jesús San Segundo y Mercedes Cabrera. Su segunda etapa en ese ministerio comenzó en 2018 y se extendió hasta 2022, con las ministras Isabel Celáa y Pilar Alegría, también de Zaragoza. Si el Estado autonómico era una de sus pasiones, la política educativa era otra de ellas.

Fernando Gurrea contaba con discreción y orgullo al mismo tiempo que había desarrollado el ‘Cursus Honorum’, término romano para designar la carrera política en la Antigua Roma y que implicaba el paso y ascenso de sus funcionarios más destacados por las distintas administraciones. Aquel cursus honorum de Fernando Gurrea tuvo aún más etapas. Entre sus primeros años destacó como abogado titular de la Universidad de Zaragoza. Ya en su etapa más madura como funcionario asumió otra etapa muy ligada a su pasión por el Estado de las Autonomías. En 2008 fue director general de Coordinación Autonómica en el Ministerio de Administraciones Públicas. Desde ese cargo pasó a encargarse de tramitar (e intentar solucionar antes de llegar a los tribunales) los conflictos jurídicos entre las 17 Comunidades y el Gobierno central.

Su compromiso con el servicio público se extendió prácticamente hasta el final de su vida. Su último cargo -este, como él mismo dijo, completamente funcionario y sin rango político alguno- fue en la embajada de España en París, como asesor responsable del área de educación. En cuanto vio la cantidad de franceses que estudiaban español, se puso a trabajar con eficacia, como siempre.

Gurrea, un funcionario honesto y comprometido, tan buena persona como buen amigo, también fue un brillante analista de la política nacional y fiel seguidor de la actualidad aragonesa y zaragozana hasta el final de sus días. Que descanse en paz.

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