Poco y a trozos: las prisiones españolas resisten la amenaza del fentanilo | España

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La amenaza del fentanilo, la droga cuyo consumo causa estragos en Estados Unidos, aún no ha saltado los muros de las prisiones españolas. Entre diciembre de 2019 y julio de 2023 solo se produjeron 15 incautaciones de este opioide en centros penitenciarios dependientes del Ministerio del Interior, según datos facilitados a EL PAÍS por fuentes penitenciarias. Además, de ellos, más del 90% correspondieron a parches adhesivos transdérmicos, una presentación farmacológica que se libera lentamente…

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La amenaza del fentanilo, la droga cuyo consumo causa estragos en Estados Unidos, aún no ha saltado los muros de las prisiones españolas. Entre diciembre de 2019 y julio de 2023 solo se produjeron 15 incautaciones de este opioide en centros penitenciarios dependientes del Ministerio del Interior, según datos facilitados a EL PAÍS por fuentes penitenciarias. Además, de ellos, más del 90% correspondieron a parches adhesivos transdérmicos, una presentación farmacológica que libera lentamente el principio activo y, por tanto, dista del formato en polvo que se inyecta, inhala o fuma. Los Departamentos de Justicia de la Generalitat catalana y del Gobierno Vasco, comunidades con competencias en materia penitenciaria, afirman no haber realizado hasta el momento ninguna incautación de esta sustancia en los centros penitenciarios bajo su gestión.

Dos de las incautaciones se produjeron en la prisión de Burgos, según revela en su último número La voz del patioun periódico producido los internos de este centro. El primero fueron 20 parches y la intervención se realizó a un preso que había regresado de un permiso de salida. El segundo, de tres apósitos de 12 miligramos de fentanilo cada uno, fue elaborado en una de las celdas del Centro de Inserción Social (CIS), donde los presos cumplen su pena en semilibertad, según han confirmado fuentes penitenciarias. Ninguno de los dos reclusos tenía receta médica para esta sustancia, que se utiliza para tratar episodios de dolor muy intenso. El fentanilo es una droga 50 veces más poderosa que la heroína y 100 veces más poderosa que la morfina, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

La mínima presencia de esta droga en las prisiones coincide con la también reducida aparición hasta ahora en las calles de España. En los últimos seis años, las fuerzas de seguridad han incautado sólo 379 gramos de esta sustancia, según datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que recopila información de todos los cuerpos policiales, incluidos los cuerpos policiales autonómicos. De esta cantidad, las tres cuartas partes (291 gramos) correspondieron a una única actuación, en 2018, en el puerto de Ceuta. Desde entonces, las cantidades incautadas por la policía rozan la insignificante -en 2022 fueron 40 gramos y, en los primeros nueve meses de este año, tres gramos-, especialmente si se comparan con las incautaciones de cocaína (58,3 toneladas incautadas en 2022), marihuana ( 126 toneladas) o hachís (318,9 toneladas).

La última incautación se produjo el 16 de noviembre en La Línea de la Concepción (Cádiz), cuando la policía detuvo a un pequeño traficante con ocho comprimidos de un medicamento que contenía fentanilo. En octubre, una mujer había sido detenida en Logroño acusada de haber falsificado recetas médicas con las que obtuvo más de 10.000 pastillas de otro fármaco con esta sustancia en su composición. La investigación concluyó que ella no los quería para tráfico, sino para consumo propio.

La situación es muy diferente en Estados Unidos, donde el fentanilo ha saltado de los consultorios médicos y las farmacias a las calles y, una vez distribuido en su forma ilegal, ha agravado la llamada epidemia de opiáceos, responsable de miles de muertes. En este país, este medicamento es considerado responsable de la peor crisis sanitaria de su historia reciente, sólo comparable al sida de los años 80 y a la pandemia de Covid-19. En 2022, la sustancia fue responsable de dos tercios de las 110.000 muertes por sobredosis en este país, un récord histórico. Ese mismo año, la DEA (agencia estadounidense contra el narcotráfico) incautó 50,6 millones de pastillas falsificadas y 4.500 kilos de fentanilo en polvo. El pasado mes de julio, Washington llamó a 84 países a establecer una “alianza global” contra esta droga.

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En España, las fuerzas de seguridad están alerta -la Policía Nacional y la Guardia Civil están instruyendo a sus agentes en la gestión de los alijos que se incautan, dada su alta toxicidad-, pero aún no se han encendido las alarmas. Un informe policial afirmó recientemente que las mínimas cantidades de esta sustancia incautadas hasta el momento “muestran, por el momento, un panorama muy alejado de las alarmantes noticias aparecidas recientemente en los medios de comunicación sobre el peligro que supone el fentanilo y su aparición”. en España”. El último informe de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales en España apunta en la misma dirección. En 2021, último año incluido en el estudio, se han producido 17 muertes por culpa de las drogas en los que había fentanilo se reportaron, lejos de las cifras de Estados Unidos: el año anterior había habido 20 casos y, en 2019, 19.

Los médicos también creen que es muy poco probable que la crisis de opioides que sufre Estados Unidos se replique en España. Es un fenómeno que observan con atención, pero consideran que tiene raíces muy diferentes allí. “En su sistema, un paciente puede acudir a 10 médicos diferentes para recibir recetas, eso aquí es imposible”, afirma Ancor Serrano, coordinador del Grupo de Trabajo de Dolor Neuropático de la Sociedad Española del Dolor (SED). En España hay un gran control sobre las prescripciones y sólo se utiliza para dolores muy intensos.

A grandes rasgos, existen dos tipos de fármacos que tienen como base el fentanilo. Un grupo es el de liberación rápida, que proporciona un alivio inmediato del dolor. Está indicado sobre todo en patología oncológica y se administra principalmente en el ámbito hospitalario. Las recetas de estos medicamentos tienen que ser aprobadas por la inspección, un control extra al que están sometidos algunos medicamentos para evitar fraudes y consumos inadecuados, ya sea por ser muy caros o por ser muy peligrosos, como sería el caso del fentanilo mal utilizado.

Son estos formatos de liberación rápida, que pueden ir desde pastillas hasta algo parecido a piruletas, los principales responsables de la crisis de opioides en Estados Unidos, donde los pacientes de una forma u otra se han saltado las recetas médicas y donde se ha producido el tráfico. para su uso como narcótico.

La otra forma de aplicación son los parches de liberación lenta -el formato que representa la gran mayoría de las incautaciones en las prisiones españolas-, que tienen un efecto de 72 horas y que además están indicados sólo para dolores muy intensos. Estos están sujetos a prescripción médica, pero no están sujetos a control de visa de inspección. Sin embargo, según Alicia Alonso Cardaño, que coordina el grupo de trabajo de opioides de la SED, la receta electrónica permite a los médicos saber cuánto están consumiendo los pacientes, si intentan obtener más de lo que realmente necesitan. «No es necesario bajar la guardia con esto», dice. El médico explica que estos casos, aunque se dan, son raras excepciones.

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