«Utilizamos una técnica pionera para tratar el cáncer sin efectos secundarios»

La investigadora y especialista en Oncología.

Un rayo de luz cálida atraviesa las ventanas del consultorio del médico. Elisabeth Arrojo (Avilés, 1983) en Madrid. Deja su reflejo en el asiento, a la altura de los hombros, en una bienvenida que acoge a todo aquel que acude a ver al médico del Instituto de Medicina Oncológica Avanzada (INMOA). La naturaleza sabe que salir con bata blanca no es algo que hagamos con entusiasmo. Pero en el número 19 de la calle Santa Leonor el ambiente parece despejado.

(Emi Huelva recuerda a su hermana Elena en su primer libro: “La vida sigue y hay que vivir para los que ya no están”)

Desde la puerta espera Arrojo, con su cabello rojizo y una sonrisa que la acompaña durante toda la entrevista. Una vez terminadas las presentaciones nos sentamos: hay un escritorio en el medio, pero no se nota la distancia. Detrás de su silueta se encuentran los premios, que no son pocos, y el dibujo de un médico coloreado por un niño. Todo en la consulta da pistas sobre cómo es Arrojo.

Director del INMOA e investigador principal de los estudios de oncotermia en España, el asturiano es un profesional que ha vivido entre Estados Unidos y España. Es coleccionista de premios. Ella es la promotora de una técnica que promete derrocar las estadísticas del cáncer. Madre, también hija. Todo a la vez.

Tras formarse en Medicina y completar su especialidad, Arrojo cruzó el charco para investigar en Estados Unidos. Allí estudió cómo tratar el cáncer de mama en un solo día de radioterapia, en lugar de las 7 semanas convencionales. «Los pacientes pasan por procesos muy largos y duros, sobre todo si viven en determinadas regiones, como Asturias y Cantabria, donde pueden tener que recorrer 100 kilómetros para llegar a un hospital», explica.

Aunque el cáncer es uno de los diagnósticos más temidos por los españoles —solo en 2022 hubo 280.000 casos nuevos—“ya hemos logrado curar alrededor del 50%”, celebra Arrojo. «También hay muchos casos en los que logramos cronificar la enfermedad y pueden vivir cada vez más y con mejor calidad de vida, aunque no tienen cura.

Una técnica a la vanguardia

Por eso, dice, sigue investigando y recapacitándose. «No soy de seguir el protocolo estándar cuando sé que no va a funcionar, prefiero probar cosas nuevas», afirma. Arrojo es pionero en el campo de hipertermia electromoduladauna terapia basada en la aplicación de calor para tratar diferentes tipos de cáncer, desde cáncer de mama hasta tumor cerebral.


«Los tumores tienen vasos sanguíneos muy frágiles por donde tiene que viajar la quimioterapia o la inmunoterapia. La cantidad de fármaco que llega al tumor es muy poca porque tiene que viajar a través de los vasos», explica. Y añade: «Si calentamos el tumor, los vasos se abren, permitiendo que la terapia llegue mucho mejor.. Además, también les llega más oxígeno, lo que hace que el tratamiento sea más eficaz».

Aunque la aplicación de la oncotermia no es reciente en España -el Ministerio de Sanidad la aprobó en 2006-, El equipo de Arrojo ha conseguido que esta terapia sea selectiva y localizada. Anteriormente, el principal inconveniente de este tratamiento era que afectaba a todos los tejidos del cuerpo, incluidos los vasos sanos, pero la hipertermia electromodulada sólo destruye las células malignas que no son capaces de sobrevivir a las altas temperaturas.


Dra. Elisabeth Arrojo, en entrevista previa con Magas.

EL ESPAÑOL

Con este tratamiento, afirma el director del INMOA, ««No hay efectos secundarios». Explica que los pacientes suelen quedarse dormidos con el tratamiento, ya que no notan nada. Además, mejora tu calidad de vida: «La oncotermia puede aliviar el dolor, que muchas veces se produce precisamente por falta de oxígeno».

«Este tratamiento es aplicable a todos los pacientes que sufren tumores sólidos: páncreas, pulmón, recto, colon… Tanto localizados como metastásicos”, transmite Arrojo. “Los pacientes envían sus informes y valoramos gratuitamente si podemos ayudarles o no, y en muchas ocasiones podemos hacerlo. Hay pocas exclusiones, aunque no tratamos órganos trasplantados», subraya.

Pregunta: Por el momento la oncotermia electromodulada sólo está disponible en el INMOA y en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander. ¿Qué implica, en términos de costos, ponerlo en práctica?

Respuesta: Pues bien, lo primero que debemos decir es que el tratamiento siempre debe ser prescrito por un oncólogo y realizarse en un centro de oncología y radioterapia habilitado como tal por el Ministerio de Sanidad. La intrusión es peligrosa. Por lo tanto, es importante que la paciente se asegure de que el centro cuente con un oncólogo radioterapeuta para que pueda recibir la terapia correctamente.

La sanidad pública sólo está disponible en Valdecilla. Otros tipos de hipertermia se encuentran en otros hospitales, aunque desde mi punto de vista no tienen tantas ventajas. Los hay en Barcelona, ​​en Canaria; y también en el ámbito privado, como INMOA, que es el centro más grande a nivel nacional. En el ámbito público, el problema es que el coste de la tecnología es muy alto. Cada unidad de tratamiento supera el medio millón de euros y el mantenimiento mensual también es caro. Y el problema es que una máquina alcanza para unos pocos pacientes, ocho o diez al mes… es una gran inversión.

También está el problema de que las máquinas colapsan rápidamente, porque, por ejemplo, hay pacientes que necesitan tratamientos muy largos, como es el caso de quienes padecen tumores cerebrales. En cualquier caso, sé que ya hay grandes centros que están valorando la instalación. Estamos avanzando y, si nos centramos en la escala de costes, es un tratamiento económico. Completo, cuesta entre 3.000 y 5.000 euros.

Una gran lección de vida

El director de INMOA, un centro que ha crecido exponencialmente desde su inauguración en 2019 —un año antes del colapso sanitario de la pandemia—es uno de los investigadores más destacados del país. En abril de 2022 pasó a ser profesora de la Universidad Católica de Murcia, donde recibió la primera cátedra de hipertermia oncológica de España. ella también es doctora que alabanza por la Universidad de Olavide.

«No ha sido un camino fácil», confiesa durante la entrevista. Pero a veces también se encuentra la belleza en la adversidad. Mirando hacia atrás, el oncólogo dice que cáncer Ha sido una palabra muy presente en su vida diaria. No sólo como profesional: su madre lo superó dos veces, la segunda con sesiones de hipertermia incluidas y Arrojo trabajando a diario para salvarla pese a los pronósticos que hacía su familia.

Poco después, ella misma experimentó el cáncer. Afortunadamente eso ya es algo del pasado y lo cuenta sonriendo, cruzando los dedos durante unos segundos. Es una mujer de ciencia, no sabemos si es supersticiosa. Pero ella defiende que siempre hay algo en lo que creer: «He visto a muchos pacientes romper las estadísticas, incluso el 1% de las posibilidades se convierten en el 100% si te toca», repite en la conversación con este periódico. .

Hablamos con ella sobre el huella emocional que deja la enfermedad, tanto para el paciente como para quienes lo acompañan. «En la universidad te enseñan a dar malas noticias, pero no a gestionarlas tú mismo», reflexiona Arrojo. Y agrega: “Sé que hay oncólogos que intentan no involucrarse emocionalmente con el paciente porque es duro; yo no me incluyo en ese grupo, pero es algo muy difícil porque se vive con eso todos los días. »

Investigar para vivir mejor

Elisabeth Arrojo acumula reconocimientos como el Premio a Persona Extraordinaria en Ciencias para Estados Unidos, equivalente al Nobel en el campo de la salud en reconocimiento a sus años de trabajo en el país, donde fue coordinadora del 21calle Oncología del siglo. «La investigación es muy diferente en Estados Unidos, no sólo por las diferencias económicas, sino porque hay que dedicar un porcentaje de tu tiempo a la investigación», recuerda.

«El tema de la financiación está mucho más protocolizado que en España. Aquí es más difícil encontrarlo, e incluso a veces hay fondos que ni los médicos saben que existen ni cómo solicitarlos», reflexiona. Y añade: “En nuestro caso, es cierto que la cátedra y los reconocimientos nos han ayudado a encontrar financiación, a dar a conocer INMOA a más gente”.

Cuando se le pregunta sobre el futuro de la oncología, Arrojo habla de innovación, pero también de la necesidad de prevenir la enfermedad. «Todos nacemos con genes, como los supresores de tumores, y no podemos cambiarlos —es lo que se llama epigenética—, pero podemos activarlas y desactivarlas con nuestros hábitos de vida”, afirma.

Las recomendaciones de Arrojo son seguir una buena alimentación, hacer ejercicio y eliminar el consumo de toxinas, «algo que todos sabemos desde pequeños», explica. Pero también, concluye, aprendiendo a gestionar el estrés emocional. «Tenemos que trabajar para construir una sociedad feliz y para ello la prevención es decisiva», concluye.

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